Llegué a Ezcaray el jueves día 6, fiesta de la Constitución. La noche anterior nos juntamos unos cuantos amigos en casa de uno de ellos, en Logroño, para cenar juntos. Había sido el cumpleaños del anfitrión unos días antes y cualquier excusa es buena para echar unas risas.
El caso es que como no madrugué, llegué a Ezcaray al mediodía, con tiempo justo de tomar un par de vinos, unas patatas fritas donde "La Vega" y una piparra en el Central. También fui a la Cooperativa a comprar algo de suministro, pues habíamos ido (Maras y yo) bastante precarios de alimentos y no era caso de ayunar.
Maras cogió, de los congelados, un paquete de cocochas de bacalao y otro de mejillones precocinados. Además cogimos otros suministros sin que vengan a cuenta...
El viernes, día 7, para mí era "puente" con lo que nos quedamos en el pueblo con idea de dar un paseo andando o en bici y matar el largo fin de semana en nuestro entorno favorito. El día salió malo, amenazando agua (que buena falta hace) y frío. Pese a todo, me enfundé de ciclista y fui a probar suerte yo solo. Estaba subiendo a Bonicaparra cuando empezó a chispear y unos minutos después, todavía no había llegado a la fuente de La Teja, el chaparrón que cayó me hizo darme la vuelta a casa, donde llegué mojado y pensando en la ducha reconfortadora.
¿Qué hago ahora? A la cocina. Primero enchufo el i-Pod y elijo música de los Beatles interpretada por varios cantantes...
Sartén y aceite. Calentar suavemente. Dos dientes de ajo en láminas finas. Media cebolla en juliana muy fina. Dos cayenas, cortadas con minucia. Que se poche todo suavemente. La sartén casi tapada para que la cebolla sude mejor. Mientras, las cocochas descongeladas desde ayer. Las limpio de barbillas y las corto por la mitad. Cuando la cebolla ya está casi hecha, añado las cocochas y subo un poco el fuego para que no baje el calor del aceite. Enseguida vuelvo a poner al mínimo y las dejo que se confiten con la cebolla.
Finalmente dos cucharadas de tomate natural para que coja color y los mejillones sin sus conchas. Otra vez aumentar el fuego y bajarlo de inmediato para dejar que se mezclen los sabores durante tres minutos.
Y ya casi es hora de ir a la plaza a tomar la ración de vino prepandrial.
El guisote estaba exquisito. Os lo recomiendo como primer o segundo plato. Por ejemplo después de una buena ensalada y por supuesto acompañado por un vino, que en mi opinión debería ser un tinto crianza (mejor si es un Rioja).
Que aproveche.
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