jueves, 28 de febrero de 2008

SIMON BOCANEGRA


Siempre que voy a la ópera me lo paso bien. Disfrutar, lo que se dice disfrutar, no siempre. Por mi residencia, ver ópera me exige además, un viaje a veces bastante largo. Tengo Bilbao relativamente cerca, pero Madrid y sobretodo Barcelona, están a una buena kilometrada y, por ahora, con medios de transporte público francamente precarios. Así que con la edad voy restringiendo bastante las funciones. Ultimamente me apunto a óperas más o menos desconocidas para mí, o con cantantes muy especiales (¡qué gozada La Cenerentola con Flórez!). Verdi no es de mis preferidos. Ya no me apunto a ver un Rigoletto, ni una Traviatta, ni incluso mi favorita: Otelo, si eso me exige la incomodidad de viajar.
Pero desde siempre Verdi, me ha resultado un poco... podría decir vano? en el sentido de "vacío". Casi nunca ha acabado de llenarme su música. Con todos mis respetos, la encuentro un poco zarzuelera (también mis respetos a la zarzuela).
Una de las óperas que sólo he oído muy de pasada, y que no tengo ni en CD, ni en DVD (y tengo 487 sólo en el iPod) es la de SIMON BOCANEGRA. He leído el libreto: ¡Inaguantable!, el argumento trata de un corsario genovés (Simón Bocanegra), enamorado perdidamente de una aristócrata con la que tiene una hija. Repudiado por el padre pero a la vez requerido por el pueblo como Dux, intenta conseguir a su amante pero ésta muere. Por otra parte, su hija es raptada y desaparece.
Veinticinco años después Simón, sigue siendo Dux y en unas truculentas circunstancias encuentra y reconoce a su hija que también está perdidamente enamorada del hijo de otro noble asesinado por Simón. 
El malo de la película que ha ayudado a Simón para llegar al poder, quiere casarse con su hija y como Simón no lo permite, ocurren una serie de improperios que acaban con la reconciliación de casi todos, menos Paolo "el malo" que es ajusticiado y con la muerte por envenenamiento de Bocanegra, después de ser reconocido como un hombre bueno, buscador de la paz y de la unión itálica...
Parece que el estreno de esta ópera, con un Verdi ya famoso y triunfador con su trilogía, fue un fracaso y que sólo años más tarde, tras ser revisada con la inestimable ayuda de Boito, volvió a triunfar y se convirtió en una más del repertorio discretamente habitual del mundo operístico.

Y como el blog quiere buscar alguna relación de las óperas con la gastronomía, he pensado que una "bocanegra" debería corresponderse con una salsa de chipirones. Y por eso se la dedico.

Los chipirones, a ser posible de temporada, de "potera", se limpian de tripas, pluma y ojos y se reservan las tintas. Yo no les quito la piel. Los lavo bien y los guardo mientras hago la salsa que es lo importante de esta receta.
Primero pico menudo un ajo, cebolla y pimiento verde. Lo dejo hacer lentamente en un buen aceite de oliva hasta que todo esté bien pochado. Entonces añado un poco de romero y las patas de los calamares. Subo un poco el fuego y, sin dejar que se pegue, espero unos minutos hasta que todo esté bien ligado. Entonces añado un poco de puré de tomate; un par de minutos y añado vino tinto y sigo cociendo hasta que reduzca bastante. Entonces añado las tintas, desleídas en un poco de agua fría. Sólo espero un hervor y paso toda la salsa por la Thermomix, un par de minutos en "turbo" para que quede todo muy fino y vuelvo a la cazuela donde sigo espesando con un calor moderado. Entonces añado una pizca de mantequilla, que va a darle brillo a la salsa y algo más de untuosidad. Y ya está.
¿Qué hago con los tubos de chipirones? Pues los salteo en la plancha a fuego fuerte, o en una sartén con una gota de aceite. Sólo espero a que cambien de color y vale. Preparo el plato con los dos ingredientes, los chipirones a la plancha, su salsa negra y un buen pan para untar. Si sobra salsa, (chipirones seguro que no) mañana haré un arroz blanco y lo pintaré de negro con esta salsa que tiene su historia.
La tinta de los calamares es tóxica, tiene un veneno similar al de las víboras. Pero con el calor desaparece absolutamente. Muy posiblemente, su origen está en algún intento de envenenamiento que quizás pudo usar Paolo para matar a Simón, hasta entonces Dux y Bocaalba y a partir de entonces cadáver con la boca negra...

miércoles, 20 de febrero de 2008

PELLEAS ET MELISANDE


Hace muchos años, ya bastante aficionado a la música clásica sinfónica y de cámara, no era la ópera mi gusto preferido. Por supuesto, oía las típicas recopilaciones de "las mejores arias para sopranos" o "coros famosos de la ópera italiana", "las heroínas de Puccini"...etc., etc. Pero era incapaz de aguantar una ópera completa. La primera que tuve, en vinilo, fue lafamosa "Tosca" de la Callas y DiStefano. Fue un regalo de un paciente y me gustó como para oírla varias veces, pero no me compré más. Entonces, un buen aficionado y amigo me dejó una recopilación de Parsifal, por Knappertsbusch, ya en CD, y me contó un poco por encima el argumento. Me interesó muchísimo, y al día siguiente me compré la ópera completa en una versión de Solti, con Kollo, Ludwig, etc. y pude leer, devorar diría mejor, el libreto traducido al francés como único idioma que comprendía del folleto. 
Lo traduje al castellano y escuché la ópera una y otra vez leyendo a la vez el alemán y la traducción. Al poco tiempo, me llegué a matricular en alemán en la escuela de idiomas. Aguanté todo un curso y me sirvió para tan poco que lo dejé.
Desde entonces me sigue gustando mucho toda la música clásica pero me decanto más por la ópera. Me gusta el belcanto, me gusta mucho, muchísimo, Wagner y Strauss, y de vez en cuando, me gusta leer ópera mientras la escucho. Incluso a veces sin escucharla. 
Hoy quería hablaros nada más que un momento de Pelleas et Melisande, la ópera "antiópera" de Debussy que introdujo a la música en la "Modernidad". Debussy compuso la música pero también es el autor del libreto. Mi absoluta incultura musical no me impide (gracias Dioses!) disfrutar de la misma. Y Pelleas et Melisande, para mí, es la poesía.
Siempre que la oigo me imagino que estoy oyendo un recital de poesía perfectamente acompañada de música.
Ma pauvre Mélisande!
J'aurais presque peur de te toucher.
Tu es encore hors d'haleine comme un oiseau pourchassé.
C'est pour moi que tu fais tout cela?
J'entends battre ton coeur comme si c'était le mien.
Viens ici, plus près de moi.
 
Attention...attention.
Il faut parler a voix basse, maintenant.
Il ne faut plus l'inquiéter.
L'âme humaine est très silencieuse.
L'âme humaine aime à s'en aller seule.
Elle souffre si timidement.
Mais la tristesse, Golaud, mais la tristesse de tout ce que l'on voit. Oh! Oh!
..........
C'était un petit être si tranquile,
si timide et si silencieux.
C'était un pauvre petit être mystérieux
comme tout le monde.
Elle est là comme si elle était la grande soeur de son enfant.
Venez. Il ne faut pas que l'enfant reste ici dans cette chambre.
Il faut qu'il vive, maintenant, à sa place.
C'est au tour de la pauvre petite.

Golaud va persiguiendo un jabalí herido cuando encuentra a Mélisande al borde de un río, enigmática, desprotegida, sóla, débil. Pero el jabalí ya ha sido plato reciente a propósito de la muerte de Siegfried. Por lo que he buscado otra sugerencia: En un momento del cortejo entre Pelléas y Mélisande, unas palomas asustadas salen de la torre y vuelan en la noche al rededor de los amantes y Mélisande advierte que no volverán, que se perderán en la oscuridad.

Salteamos unas cebolletas en mantequilla, añadimos un poco de agua y las dejamos cocer suavemente media hora. Luego doramos unas palomas por todos los lados en una cazuela. Añadimos laurel y vino blanco además de las cebollas escurridas. Y dejamos cocer 15 minutos. Entonces añadimos unas olivas negras y seguimos cociendo otros 10 minutos. A parte cocemos al vapor unas vainas de guisantes, (en su falta podríamos usar unas tiras de pimientos verdes) y con ellas fondeamos un plato llano, encima ponemos una paloma para cada comensal y adornamos con cebolletas y olivas. Obtendremos unas PALOMAS A LA NIÇOISE y las acompañaremos con un rosado de Muga hecho de garnachas de Badarán, viuras y un toque de graciano y mazuelo, fermentado en pequeños depósitos de madera, y que tuve la ocasión de catar hace dos días. Todavía alucino de sus aromas.
Un plato clasicista y una música modernista, y un libreto en el que merece la pena sumergirse.

viernes, 1 de febrero de 2008

La Traviata



Desde el primer acto, se intuye que Violetta está mal de salud; pero es en el tercero cuando el desenlace se ve inminente. El médico visita a la enamorada de Alfredo y pronostica a Annina: "La tisis no le concede más que unas pocas horas".


Mientras Violetta se encomienda a Dios previendo el inmediato final de su vida (como así será), desde la calle llega el cantar de un coro de máscaras que celebra el carnaval:


"Paso al cuadrúpedo señor de la fiesta, de flores y pámpanos su cabeza está ceñida. Paso al más dócil de todos los cornudos, que tenga el saludo de cuernos y pífanos. Parisinos, dejad paso al triunfo del Buey gordo. Ni Asia, ni Africa vieron al más hermoso, honor y orgullo de todos los mataderos. ¡Alegres máscaras, locos jóvenes, aplaudidle todos con cantos y música!"


Inmediatamente llega Alfredo y...



La forma en que Alejandro Dumas resuelve el paso de la dicha a la tragedia de Margarita Gautier y Armando Duval, en su Dama de las Camelias, está transcrito de forma fiel por Francesco María Piave en La Traviata. Una vida de bucólica felicidad en una casita en el campo, donde Violetta y Alfredo se aman apasionadamente, tiene que acabar en dolorosa muerte. Y como conductor aparece el padre de Armando/Alfredo con una historia de que su hijita querida se va a casar con "gente bien" y que el pretendiente no quiere que se le relacione con un futuro cuñado que vive con una perdida...


El padre pide un sacrificio extremo a la protagonista y ésta, sabiendo que en ello le va la vida, accede a la petición y así redimirse a sí misma de su tormentoso pasado. ¡Cuántos paralelismos con Mimí en las formas! Aunque en la Boheme no se respire este espíritu de redención de la vida pasada...



Vayamos a la cocina. Estamos en carnavales. La etimología de la palabra CARNAVAL es más que discutida. La significación más simple es la de "vale la carne" como preludio a un período de prohibición que será la Cuaresma. Se asocia también la palabra con el dios Karna, pero tambien con Baal (ofrenda de carne a Baal). En todo caso, el Carnaval es una fiesta en la que el pueblo se divierte, baila y ríe y come carne.



El solomillo Wellington podría ser un segundo plato perfecto para prepararnos para las abstinencias de Cuaresma. Necesitaríamos un solomillo de buey (o de vaca vieja en su defecto) bien limpio y cortado por sus puntas, para que quede una bonita pieza.


En una sartén con mantequilla, con el fuego más bien fuerte, lo doramos por todos los sitios pensando que por dentro debe de hacer y quedar prácticamente crudo.


Lo dejamos enfriar y en la misma sartén, aprovechando los jugos que han quedado, rehogamos unas chalotas y un poco de cebolla (todo bien picado) hasta que todo quede bien transparente. Luego añadiremos champiñones cortados en finas láminas y una copita de coñac y dejaremos que se hagan despacio hasta que el líquido haya reducido casi por completo. Entonces añadiremos un poco de crema de leche y dejaremos reducir igualmente. Finalmente se prueba de sal y pimienta.



Entonces, mientras se enfría todo, preparamos el hojaldre, estirando una lámina de masa de manera que quede muy fina y con una extensión suficiente para envolver el solomillo.


Encima de la masa estirada se pone el solomillo y encima la salsa de champiñones y o bien una fina lámina de foie o trocitos repartidos. Se cierra el "paquete" y se pincela con huevo batido. Se perfora la parte superior y se puede adornar con cordones o formas hechas con hojaldre sobrante.


Se hornea a 200º unos 10 minutos y luego se baja la temperatura a 175º y se deja POCO más para que por dentro quede poco hecho y así disfrutar más de su sabor.


Antes de cortarlo debería estar unos minutos reposando fuera del horno.





Quizás si Violetta, en vez de tanta juerga y champagne, hubiera comido algo mejor y a sus horas, sin tanto trasnoche, hubiera evitado la tuberculosis que le llevó a la tumba. Pero de una u otra forma, ya no estaría con nosotros (un día hablaremos del VEC MACROPULOS) y no hubiera merecido la consagración de su historia ni por Dumas, ni porVerdi.


Una cosa por otra.