viernes, 4 de abril de 2008

SALOME

¡Oigan ustedes-vosotros! Debo de confesar que a mí también hay cosas que no me gustan a la hora de comer. Pocas. Pero concretamente una se me ha resistido de siempre: los sesitos. 
En mi tierra, La Rioja, y por supuesto en tantos sitios, se come mucha "casquería", o despojos, o vísceras. En realidad, según la R.A.E. de la lengua española, casquería es la tienda del casquero, y casquero es aquel que vende vísceras y otras partes comestibles de la res no consideradas carne. Pero por uso, al menos aquí, llamamos casquería a este tipo de productos. Pues bien un plato típico riojano es los sesos rebozados, de ternera o de corderito, o los sesos con tomate y por supuesto las cabecillas de cordero o cabrito asadas.
Unos sesos rebozados, bien rebozados, casi dorados, con la puntilla del reboce casi espumosa tienen una pinta gloriosa, pero luego en la boca no puedo con su sabor. Lo he intentado varias veces y siempre acabo corriendo al baño para escupir lo que tengo en la boca. Me pasa igual con las cabecillas de cordero o cabrito, su aspecto, no es que me repugne, sino todo lo contrario, pero el sabor de los sesos es superior a mis tragaderas. Son muy sencillas de preparar, únicamente hay que abrirlas por la mitad e introducirlas en un horno fuerte en una bandeja, y cuando estén doradas se sirven con la sal aparte para que cada comensal se añada la que quiera.
En esta entrada del blog, el dictado ocurre al revés que en las demás. Normalmente el comentario de la ópera da pie al comentario gastronómico / culinario, pero esta vez me ha salido al revés. Lo que quería es hablar de una magnífica obra de Richard Strauss y su relación gastronómica me parece algo irreverente y casi escandalosa, o repugnante... pero estamos hablando de SALOME, primeramente obra de teatro de Oscar Wilde y después ópera de Strauss, con un libreto que se ajusta casi palabra por palabra con la obra de Wilde.
La obra fue prohibida en Inglaterra y considerada como escandalosa en el mismo París, donde la misma Sarah Berhardt no se atrevió a escenificar a la princesa.
En Alemania sí se representó y con enorme éxito y fue en Berlín, en 1902, donde Richard Strauss la vio. La ópera se estrenó en Dresde tras numerosísimos problemas con los cantantes, pero el éxito fue tal que los asistentes, enardecidos, entre lanzamiento de sombreros obligaron a saludar a los cantantes ¡treinta y ocho veces! a telón bajado. Pero aún después, en Londres, Lord Chamberlain obligó a revisar el texto para permitir su estreno. Al cantarse en alemán, los cantantes dijeron el texto original burlando la hipocresía británica. En Nueva York, el corresposal del Tribune la describió como "obra pestífera, repugnante, bestial y asquerosa" y las protestas del público hicieron que las autoridades prohibieran la obra.
Lo habré oído mil veces, pero este pasaje me sigue emocionando hasta las lágrimas. A Salomé le han entregado la cabeza de Yokanaán y le canta:
...¡Ah! ¡No quisiste dejarme besar tu boca, Yokanaán!
Pues bien ¡ahora voy a besártela!
Quiero morderla, con mis dientes, como se muerde una fruta madura.
Sí, ahora quiero besar tu boca, Yokanaán. Te lo dije. ¿No es verdad que te lo dije?
¡Ah! ¡Ah! Ahora quiero besarla. 
...
Ya has visto a tu Dios, Yokanaán. Pero a mí, a mí, nunca me viste.
¡Si me hubieras visto me hubieras amado!
Tengo sed de tu belleza. Tengo hambre de tu cuerpo.
Ni el vino ni las manzanas podrán apaciguar mi deseo.
Ni los ríos, ni los grandes mares podrán extinguir esta pasión abrasadora.
¡Oh! ¿Por qué no me miraste? Si me hubieras mirado me habrías amado. 
Bien lo sé, me habrías amado. 
Y el misterio del amor es más grande que el misterio de la muerte.
...
¡Ah!He besado tu boca, Yokanaán.
¡Ah! He besado tu boca. Había un sabor amargo en tus labios.
¿Era el sabor de la sangre?
¡No! Tal vez no era sino el sabor del amor.
Dicen que el amor tiene un sabor amargo. Mas ¿Qué importa? ¿Qué importa?
He besado tu boca, Yokanaán. Ich habe ihn geküsst, deinen Mund.

4 comentarios:

pfp dijo...

Para mi sin duda es el libreto más hermosamente escrito de toda la historia de la ópera y la música no se quedó atrás desde luego.
Lo de los sesos rebozados es punto y aparte. ME CHIFLAN, bien rebozaditos como dices, con su puntilla... Las cabecitas de cordero me gustaron, pero ya no, quizas me influye la estética hace décadas que no las como. Besos

javi duque dijo...

cada vez me gustan más tus entradas!! aunque también debo confesarte que no me gusta nada la casquería... ya sabes que soy más de txistorra, jejeje.

tengo pendiente leerme ese libreto de salomé. Oscar wilde es uno de mis preferidos.

un abrazo!!

pfp dijo...

He visto que andas buscando un plato para Tristan e Isolda, ¿que tal un pescadito? Besos

Joaquim dijo...

PESCADITO PARA EL TRISTAN!!! Si los sesos para la Salomé me han parecido irreverentes, ¿en que estarías pensando? un pescadito para el Tristan me parece ofensivo.
Si nos propones un gran pescado o marisco, vale, pero no me vengas con un pescadito, que el Tristan es lo más y merece algo que con solo leerlo me caiga "patrás".